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EGW diciembre 1, 2022
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Los siglos subsiguientes fueron  testigos de un constante aumento del error  en las doctrinas  enseñadas  por  Roma.  Aun  antes  del establecimiento  del papado  las enseñanzas  de los filósofos  paganos  habían  recibido la atención de la iglesia y habían  ejercido  influencia sobre ella. Muchos que profesaban estar convertidos seguían aferrados a sus dogmas paganos, y no solo continuaban estudiándolos ellos mismos,  sino que instaban a otros a hacerlo como un medio de ejercer más influencia sobre los paganos. De ese modo  se introdujeron graves errores en la fe cristiana. Entre ellos sobresale la creencia en la inmortalidad natural del hombre y en el estado consciente de los muertos. Esta doctrina constituye el fundamento sobre el cual Roma estableció la invocación  de los santos y la adoración de la Virgen María. De ella surgió  también  la doctrina errónea  del tormento eterno para  los que finalmente resulten impenitentes, que fue incorporada bien al principio de la fe católica.

Después  se preparó el camino  para la introducción de otra invención pagana, que Roma denominó purgatorio, y que se empleó para aterrorizar a las multitudes crédulas  y supersticiosas. Mediante ese error  se afirma la existencia de un lugar de tormento en el cual las almas de los que  no han merecido  la condenación eterna sufrirán un castigo por  sus pecados, después del cual, una vez librados  de toda impureza,  serán admitidos en el cielo (La historia de la redención, pp. 349, 350).

Se llega a Dios por  medio  de Jesucristo,  el Mediador, el único  camino por  el cual  él perdona los pecados.  Dios  no  puede  perdonar pecados  a expensas de su justicia, su santidad  y su verdad. Pero es seguro que perdona pecados, y los perdona plenamente. No hay pecados  que no perdone en el Señor Jesucristo  y por  medio  de él. Esta es la única esperanza del pecador y si depende  de ella con fe sincera, estará seguro del perdón  pleno y gratuito. Hay solo un camino  que es accesible a todo, y mediante ese camino  un perdón  rico y abundante aguarda  el alma arrepentida y contrita, y los pecados más tenebrosos  son perdonados …

El  incienso  que  ahora  es ofrecido  por  los  hombres,   las misas  que ahora  se dicen para  la liberación  de las almas del purgatorio, no  tienen  el menor  valor delante de Dios. Todos  los aleares y sacrificios, las tradiciones e invenciones mediante las cuales los hombres  esperan ganar la salvación, son falacias. No se deben  ofrecer  sacrificios fuera  del lugar santo, pues  el gran Sumo Sacerdote está realizando allí su obra. No se atreva ningún  príncipe ni monarca  a aventurarse dentro  del santo recinto  (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 924, 925).

No hay excusa para que alguno tome la posición de que no hay más verdades para ser reveladas, y que todas nuestras exposiciones de las Escrituras carecen de errores. Que ciertas doctrinas hayan sido sostenidas como verdades durante muchos años no es una prueba  de que nuestras  ideas son infalibles.  El paso del tiempo  no convertirá el error en verdad,  y la verdad tiene  la capacidad  de ser imparcial.  Ninguna  doctrina  verdadera  perderá algo por una investigación cuidadosa  (El otro poder, p. 35).

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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
4to. Trimestre 2022 «¿QUÉ ES EL HOMBRE? “LA VIDA ETERNA: LA MUERTE Y LA ESPERANZA FUTURA”»
Lección 10: «EL FUEGO DEL INFIERNO»
Colaboradores: Wilber Valero & Esther Jiménez

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