TESOROS EN EL CIELO

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Los goces  y el consuelo  del verdadero cristiano deben  cifrarse  en el cielo, y así sucederá.  Las almas  anhelantes de aquellos  que  probaron  las potestades del  mundo  venidero  y participaron  de  los  goces  celestiales, no se satisfarán con las cosas de la tierra. Los tales hallarán bastante  que hacer en sus momentos libres. Sus almas  serán atraídas  hacia Dios. Donde esté el  tesoro,  allí  estará  el  corazón, manteniéndose  en dulce  comunión con el Dios que aman y adoran. Su diversión consistirá en contemplar su tesoro:  la santa ciudad,  la tierra  renovada, su patria eterna.  Y mientras   se espacien  en aquellas cosas sublimes,  puras y santas,  el cielo se acercará, y sentirán  el poder del  Espíritu  Santo, lo  cual  tenderá  a separarlos cada vez más del mundo y les hará encontrar su consuelo  y su gozo principal en las  cosas del  cielo, su dulce hogar. El  poder de atracción hacia Dios y el cielo será entonces tan grande  que nada podrá  desviar  sus mentes del gran propósito  de asegurar  la  salvación del  alma y honrar y glorificar  a Dios (Primeros escritos, pp.  112,  113).

Si el  ojo es bueno, si se lo dirige hacia el  cielo,  la luz del  cielo  inundará el alma y  las cosas terrenas parecerán insignificantes y sin atractivo. Cambiarán  los propósitos del corazón y se atenderá  la amonestación  de Jesús. Haremos nuestro tesoro en el cielo. Nuestros  pensamientos se fijarán en  las  grandes  recompensas  de la  eternidad.  Todos  nuestros planes los haremos  con referencia  a la vida futura e inmortal. Nos sentiremos atraídos  hacia  nuestro tesoro. No  nos ocuparemos  de nuestros intereses mundanos,  pero en todas nuestras empresas nos formularemos  esta pregunta silenciosa:  «Señor, ¿qué  quieres que haga?»  Hechos  9:6.  La religión de la Biblia estará entretejida en nuestra vida diaria (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp.  356,  357).

Reparad  en estas palabras del Gran Maestro, que habló como nunca habló hombre  alguno.  Pone delante  de vosotros  la conducta  a seguir si queréis servir a vuestros mejores intereses en esta vida, y haceros tesoros eternos.  «No hagáis tesoros en la tierra».  Hay peligro de perderlo todo en la  búsqueda  de las  ganancias  mundanales,  porque  en  la  febril  actividad que determina  la búsqueda  de  las riquezas terrenas, se olvidan los intereses eternos …

Esta  obra  de transferir  vuestras  posesiones  al  mundo  de arriba,  es digna  de  todas  vuestras energías.  Es de la  mayor  importancia  e implica vuestro  interés  eterno.  Lo que  dais  a la  causa  de Dios no se pierde. Todo  lo  que  damos para  la  salvación  de las  almas  y  la  gloria  de Dios se invierte en la  empresa de  más éxito en esta vida y en la vida futura. Nuestros  talentos de oro y plata, si  los damos a los cambiadores,  ganan continuamente  en valor,  lo cual  se registrará en nuestra cuenta en el  reino de los  cielos.  Nosotros  seremos  los  receptores de  la  riqueza  eterna que ha aumentado  en las manos  de  los cambiadores.  Al  dar para la obra de Dios, nos estamos haciendo tesoros en el cielo. Todo  lo que depositamos arriba está  seguro contra el  desastre  y la pérdida  y produce abundantes intereses  eternos (That J May Know Him,  p.  223; parcialmente  en A  fin de conocerle, p.  223).

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Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023.
1re. Trimestre 2023 «ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR… HASTA QUE ÉL VENGA»
Lección 1: «PARTE DE LA FAMILIA DE DIOS»
Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez

 

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