El profeta desobediente
“¡A la ley y al testimonio! Si no dicen conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).
Ni siquiera sabemos su nombre. De él solo sabemos que era un “hombre de Dios”, un profeta, con un mensaje de Dios; que llegó a Betel justo cuando el rey Jeroboam se disponía a quemar incienso sobre un altar idolátrico. Sin pérdida de tiempo, el profeta comunicó al rey el mensaje divino: el altar sería destruido y su ceniza sería derramada (ver 1 Rey. 13:2, 3). La señal se cumplió al pie de la letra: “El altar se rompió y se derramó la ceniza que había en él” (vers. 5), pero para ese momento ya la ira del rey Jeroboam había alcanzado su punto de ebullición. Extendiendo su mano, el rey ordenó que se apresara al profeta, “pero la mano que había extendido contra el hombre de Dios se le secó, y no la pudo enderezar” (vers. 4).
Entonces el rey pide al profeta que ore por él: “El hombre de Dios oró a Jehová y la mano del rey se le restauró” (vers. 6). Cuando el rey lo invita a su casa, para comer juntos, el profeta rechaza la oferta alegando que tiene órdenes precisas del Señor: mientras cumple su misión, no debe comer pan, ni beber agua, ni regresar por el mismo camino.
Pero entonces sucede algo de lo más extraño. Cuando el profeta viaja de regreso a Judá, en el camino lo intercepta un anciano de Betel y lo invita a su casa. El profeta rechaza la oferta, pero el hombre insiste: “Yo también soy profeta como tú”, le dice, “y un ángel me ha hablado por mandato de Jehová, diciendo: ‘Tráele contigo a tu casa para que coma pan y beba agua’ ” (vers. 18). Era una mentira, pero sirvió para engañar al “hombre de Dios”: “Entonces regresó con él y comió pan y bebió agua en su casa” (vers. 19). Mientras comían, Dios habló por medio del falso profeta: “Así dijo Jehová: ‘Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová […], no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres’ ” (vers. 21, 22).
La predicción se cumplió: “Al partir, lo encontró un león en el camino y lo mató” (vers. 24). ¿Alguna lección para nosotros? Debemos basar siempre nuestra vida en un claro “así dice Jehová”. Todo lo que contradiga la voluntad revelada de Dios para nuestra vida, debe ser rechazado.
Padre santo, muéstrame el sendero de la obediencia, y capacítame para recorrerlo, pase lo que pase. Que tu voluntad se cumpla en mi vida hoy y siempre.