Todos los que producirán frutos como obreros juntamente con Cristo, deben caer primero en la tierra y morir. La vida debe ser echada en el surco de las necesidades del mundo. Deben perecer el amor propio y el egoísmo. Pero la ley del sacrificio propio es la ley de la tuvieron propia. La semilla enterrada en el suelo produce fruto, ya su vez este es sembrado. Así se multiplica la cosecha. El agricultor conserva su grano esparciéndolo. Así en la vida humana: dar es vivir. La vida que se preservará será la vida que se dé liberalmente en servicio a Dios y los hombres. Los que sacrifican su vida por Cristo en este mundo, la conservarán eternamente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 64, 65).
Los que cultivan el suelo tienen siempre presente esta ilustración. Año tras año, el hombre conserva su provisión de grano, y arroja aparentemente la mejor parte. Durante un tiempo, debe quedar oculto en el surco, para que la cuide el Señor. Primero aparece la hoja, luego la espiga y finalmente el grano en la espiga. Pero este desarrollo no puede realizarse a menos que el grano esté sepultado, oculto y, según toda apariencia, perdido.
La semilla enterrada en el suelo produce fruto, ya su vez este es puesto en tierra. Así la cosecha se multiplica. Igualmente, la muerte de Cristo en la cruz del Calvario producirá fruto para la vida eterna. La contemplación de este sacrificio será la gloria de aquellos que, como fruto de él, vivirán por los siglos eternos (El Deseado de todas las gentes, p. 576).
La razón por la cual muchos en este siglo no realizan mayores progresos en la vida espiritual, es porque interpretan que la voluntad de Dios es precisamente lo que ellos desean hacer. Mientras siguen sus propios deseos se hacen la ilusión de que están conformándose a la voluntad de Dios. Los cuentos no tienen conflictos consigo mismos. Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios deseos de placeres y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la incesante inquietud. La indolencia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente cierran sus soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistirla.
Las instrucciones formuladas en la Palabra de Dios no dan lugar para transigir con el mal. El Hijo de Dios se manifestó para atraer a todos los hombres a sí mismo. No vino para adormecer al mundo arrullándolo, sino para señalarle el camino angosto por el cual todos deben andar si quieren alcanzar finalmente las puertas de la ciudad de Dios. Sus hijos deben seguir por donde él dijo la senda; sea cual fuere el sacrificio de las comodidades o de las satisfacciones egoístas que se les exija; sea cual fuere el costo en labor o sufrimiento, deben sostener una batalla constante consigo mismos (Hechos de los apóstoles, pp. 451, 452).
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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
3rd Trimestre 2022 «EN EL CRISOL CON CRISTO»
Lección 12: «MORIR COMO UNA SEMILLA»
Colaboradores: Wilber Valero & Esther Jiménez