Más de un hombre hubiera escapado al fracaso y a la ruina financiera, si hubiese tenido en cuenta las advertencias que las Escrituras repiten y recalcan.
«El que se apresura a enriquecerse no será sin culpa». Proverbios 28:20.
«Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta». Proverbios 13: 11.
A estos principios está ligado el bienestar de la sociedad, tanto en las relaciones seculares como en las religiosas. Ellos son los que dan seguridad a la propiedad y la vida. Por todo lo que hace posible la confianza y la cooperación, el mundo es deudor a la ley de Dios, según la da su Palabra, y según se puede encontrar aún, en rasgos a menudo oscuros y casi borrados, en el corazón de los hombres.
Las palabras del salmista: «Mejor me es la ley de tu boca, que millares de oro y plata» declaran algo que es cierto desde otros puntos de vista, fuera del religioso. Declaran una verdad absoluta, reconocida en el mundo de los negocios. Hasta en esta época de pasión por la acumulación de dinero, cuando hay tanta competencia y los métodos son tan poco escrupulosos, se reconoce ampliamente que, para el joven que se inicia en la vida, la integridad, la diligencia, la temperancia, la economía y la pureza constituyen un capital mejor que el constituido meramente por una suma de dinero (La educación, pp. 136, 137).
Por su ejemplo, [Jesús] nos enseñó que es nuestro deber ser laboriosos, y que nuestro trabajo debe cumplirse con exactitud y esmero, y que una labor tal es honorable. El ejercicio que enseña a las manos a ser útiles, y prepara a los jóvenes para llevar su parte de las cargas de la vida, da fuerza física y desarrolla toda facultad. Todos deben hallar algo que hacer benéfico para sí y para otros. Dios nos asignó el trabajo como una bendición, y solo el obrero diligente halla la verdadera gloria y el gozo de la vida. La aprobación de Dios descansa con amante seguridad sobre los niños y jóvenes que alegremente asumen su parte en los deberes de la familia, y comparten las cargas de sus padres. Los tales, al salir del hogar, serán miembros útiles de la sociedad.
Durante toda su vida terrenal, Jesús trabajó con fervor y constancia. Esperaba mucho resultado; por lo tanto, intentaba grandes cosas … Jesús no rehuyó los cuidados y la responsabilidad … El carácter positivo y enérgico, sólido y fuerte que manifestó Cristo, debe desarrollarse en nosotros, mediante la misma disciplina que él soportó. Y a nosotros se nos ofrece la gracia que recibió él (El Deseado de todas las gentes, pp. 53, 54).
Hay ciencia en la clase más humilde de trabajo; y si todos tuvieran ese concepto, verían nobleza en el trabajo. El corazón y el alma han de ser puestos en el trabajo, cualquiera sea la clase; entonces hay alegría y eficiencia. En las ocupaciones agrícolas y mecánicas, los hombres pueden dar evidencia ante Dios de que aprecian su don en las capacidades físicas, como también en las facultades mentales. Empléese la capacidad educada en idear mejores métodos de trabajo. Esto es lo que el Señor quiere. Todo tipo de trabajo que necesite ser hecho es honorable. Que la ley de Dios se convierta en una norma de acción, y entonces ella ennoblecerá y enaltecerá todo trabajo. La fidelidad en el desempeño de todo deber hacen del trabajo algo noble, y revela un carácter que Dios puede aprobar (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 387).
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Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023.
1re. Trimestre 2023 «ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR… HASTA QUE ÉL VENGA»
Lección 8: «CÓMO PLANIFICAR PARA TENER ÉXITO»
Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez