LÁZARO

EGW octubre 26, 2022
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Cristo no tenía solamente  que pensar  en los amados de Betania: tenía que  tomar  en cuenta la preparación  de sus discípulos.  Habían  de ser sus representantes en el mundo, para que las bendiciones del Padre abarcaran  a todos. Por causa de ellos permitió que Lázaro muriera. Si lo hubiera  restaurado de la enfermedad a la salud, el milagro que es la evidencia más positiva de su carácter divino no hubiera sido realizado.

Si Cristo  hubiera estado en la pieza  del enfermo,  Lázaro  no  habría muerto;  porque   Satanás  no  hubiera  tenido poder  sobre  él. En  presencia del Dador  de la vida,  la muerte  no hubiera lanzado  su dardo  contra Lázaro…  Cristo permitió  que  Lázaro  pasara  al dominio de  la  muerte, y las doloridas  hermanas vieron  cómo  su  hermano yacía  en  la  tumba. Cristo sabía que al contemplar el rostro de su querido  hermano, su fe en el Redentor sería duramente probada.  De este modo  estaba podando  las ramas, para que dieran  más fruto. Sabía que debido  a la lucha por  la cual estaban pasando,  su fe resplandecería con  un mayor poder  (Hijos e hijas de Dios, p. 94).

«Quitad la piedra», dijo Cristo. Pensando  que él deseaba tan solo mirar al muerto, Marta  objetó diciendo  que  el cuerpo  había estado sepultado cuatro días y que la corrupción había empezado  ya su obra.  Esta  declaración, hecha antes de la resurrección  de Lázaro, no dejó a los enemigos  de Cristo  lugar para  decir  que  había subterfugio. En  lo pasado, los fariseos habían  hecho  circular  falsas declaraciones  acerca de las más  maravillosas manifestaciones del poder  de Dios. Cuando Cristo devolvió la vida a la hija de Jairo, había dicho:  «La muchacha  no es  muerta,  mas  duerme».  Marcos 5:39. Como  ella había estado enferma tan solo un corto tiempo y fue resucitada inmediatamente después de su muerte, los fariseos declararon  que la niña  no había muerto; que Cristo  mismo  había  dicho que estaba tan solo dormida. Habían  tratado de dar la impresión de que Cristo  no podía  sanar a los enfermos, que había engaños en sus milagros. Pero en este caso, nadie podía  negar que Lázaro  había muerto  (El Deseado de todas las gentes,  pp. 491,492).

Puesto que Cristo  es uno  con el Padre,  igual a él, podía  hacer  expiación por la transgresión, y salvar al hombre; no en sus pecados sino de sus pecados…

[L]as  palabras  dirigidas  a los fieles  del  Señor:  «Venid,  benditos  de mi Padre»: dice Cristo,  «heredad  el reino preparado para vosotros desde la fundación  del mundo». Entonces,  la hueste de los redimidos eleva un coro triunfante: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro,  tu victoria?»  Oh, si  nuestras mentes pudieran  comprender la magnitud del tema y la importancia maravillosa de esa ocasión.

«El que cree en mí nunca  morirá».  «Si un hombre  guarda  mis dichos nunca  verá la muerte». Los escogidos del Señor pueden  caer en sus puestos de guardia, pero  solo han  quedado dormidos, para descansar hasta que Jesús los despierte  para  compartir con  él un  eterno peso  de gloria  (Alza tus ojos, p. 270).

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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
4to. Trimestre 2022 «¿QUÉ ES EL HOMBRE? “LA VIDA ETERNA: LA MUERTE Y LA ESPERANZA FUTURA”»
Lección 5: «RESURRECCIONES ANTES DE LA CRUZ»
Colaboradores: Wilber Valero & Esther Jiménez

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