Estos hermanos fueron probados, como lo había sido Adán antes que ellos, para comprobar si habrían de creer y obedecer las palabras de Dios. Conocían el medio provisto para salvar al hombre, y entendían el sistema de ofrendas que Dios había ordenado. Sabían que mediante esas ofrendas podían expresar su fe en el Salvador a quien estas representaban, y al mismo tiempo reconocer su completa dependencia de él para obtener perdón; y sabían que sometiéndose así al plan divino para su redención, demostraban su obediencia a la voluntad de Dios. Sin derramamiento de sangre no podía haber perdón del pecado; y ellos habían de mostrar su fe en la sangre de Cristo como la expiación prometida ofreciendo en sacrificio las primicias del ganado. Además de esto, debían presentar al Señor los primeros frutos de la tierra, como ofrenda de agradecimiento (La historia de los patriarcas y profetas, p. 58).
Caín trajo su ofrenda a Dios mientras murmuraba y manifestaba infidelidad en su corazón con respecto al Sacrificio prometido. No estaba dispuesto a seguir estrictamente el plan de obedecer y conseguir un cordero para ofrecerlo con los frutos de la tierra. Simplemente tomó lo de la tierra y pasó por alto el requerimiento de Dios. El Señor había hecho saber a Adán que sin derramamiento de sangre no hay remisión del pecado. Caín no se preocupó siquiera por llevar lo mejor de sus frutos. Abel aconsejó a su hermano que no se presentara delante del Señor sin la sangre de los sacrificios. Caín, puesto que era el mayor, no quiso escuchar a su hermano. Despreció su consejo, y con dudas y murmuraciones con respecto a la necesidad de las ofrendas ceremoniales, presentó su ofrenda. Pero Dios no la aceptó.
Abel trajo los primogénitos de su rebaño, y de los mejores, como Dios lo había ordenado; y con humilde reverencia presentó su ofrenda con plena fe en el Mesías venidero. Dios la aceptó. Una luz procedente del cielo consumió la ofrenda de Abel. Caín no vio manifestación alguna de que la suya hubiera sido aceptada. Se airó con el Señor y con su hermano (La historia de la redención, p. 55).
El que está intentando alcanzar el cielo por sus propias obras al guardar la ley, está intentando un imposible. El hombre no puede ser salvado sin la obediencia, pero sus obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar en él tanto el querer como el hacer la buena voluntad de Dios. Si el hombre pudiera salvarse por sus propias obras, podría tener algo en sí mismo por lo cual regocijarse. El esfuerzo que el hombre pueda hacer con su propia fuerza para obtener la salvación está representado por la ofrenda de Caín. Todo lo que el hombre pueda hacer sin Cristo está contaminado con egoísmo y pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe es aceptable ante Dios. El alma hace progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los méritos de Cristo. Contemplando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podemos proseguir de fortaleza en fortaleza, de victoria en victoria, pues mediante Cristo la gracia de Dios ha obrado nuestra completa salvación (Mensajes selectos, t. 1, p. 426).
#NotasdeEllenGWhite
#RadioJovenAdventista
#MeditacionesDiarias
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
2nd Trimestre 2022 »EL GÉNESIS«
Lección 3: «“ CAÍN Y SU LEGADO»»
Colaboradores: América Lara & Ricardo Vela
Te invitamos a unirte a nuestro grupo de Telegram – https://bit.ly/AD-TE o a nuestro grupo de WhatsApp – https://bit.ly/AD-WA. Allí tendrás noticias, recursos descargables, podcasts y mucho más.