
ASÍ COMO RAHAB, TAMBIÉN NOSOTROS DEBEMOS AGRADECER POR LA SALVACIÓN
VERSÍCULO PARA MEMORIZAR
“Entonces el pueblo gritó, y los sacerdotes tocaron las bocinas; y aconteció que cuando el pueblo hubo oído el sonido de la bocina, gritó con gran vocerío, y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia adelante, y la tomaron” (Ver. 20).
COMENTARIO HISTÓRICO – CAPÍTULO 6 DE JOSUÉ
Jericó significa “ciudad de la luna”, por esa razón algunos eruditos suponen que la ciudad fue dedicada al dios Luna. Jericó era una de las ciudades más antigua de Canaán, estaba muy fortificada, y algunos arqueólogos dicen que sus muros medían siete metros de alto y tenía seis metros de ancho. Esta ciudad tenía un poderoso ejército y los cananeos la consideraban invencible. La conquista de la ciudad fue planificada por Dios mismo, el pueblo no tendría que poner asedio, debían dar vuelta en silencio alrededor de la ciudad. El séptimo día dieron siete vueltas, las trompetas sonaron, el pueblo gritó, y los muros cayeron por el poder de Dios. Se hace necesario resaltar que la destrucción completa de estas ciudades se debió a sus costumbres sexuales perversas y su gran idolatría. Sin embargo, la misericordia de Dios siempre se extiende al ser humano cuando se arrepiente, Rahab y los miembros de su familia, se salvaron porque ayudaron a los espías israelitas, depositaron su fe en el Dios de Israel y tenían la certeza que la ciudad de Jericó sería destruida.
CITA SELECTA – HIJAS DE DIOS, PÁG.33
“Jericó era una ciudad dedicada a la idolatría más extravagante. Los habitantes eran ricos, y todas las riquezas que Dios les había permitido tener, se las acreditaban a sus dioses. Había oro y plata en abundancia y, como había ocurrido antes con los antediluvianos, eran blasfemos y corruptos. Provocaban e insultaban al Dios del cielo con sus obras perversas; y los juicios de Dios se levantaron contra Jericó. Aunque era una fortaleza, el mismo Capitán de las huestes del Señor vino del cielo para dirigir sus ejércitos en el ataque a la ciudad. Los ángeles de Dios tomaron las masivas murallas y las derribaron en tierra. Dios había declarado una maldición sobre la ciudad, y todos sus habitantes habían de perecer, salvo Rahab y su casa; ellos estarían a salvo por el favor que Rahab había mostrado a los mensajeros del Señor”.
ORACIÓN
PADRE ETERNO, QUE LA DESTRUCCIÓN DE JERICÓ NOS ENSEÑE A NO JUGAR CON TUS LLAMADAS DE ADVERTENCIAS. TE PEDIMOS QUE SEAMOS COMO RAHAB PARA PODER DISCERNIR LOS TIEMPOS EN QUE VIVIMOS, PARA QUE PODAMOS CLAMAR POR SALVACIÓN. POR JESÚS, AMÉN.