JACOB BENDICE A LOS HIJOS DE JOSÉ

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Cuando sintió que se aproximaba la muerte, [Jacob] mandó llamar a José…

Otro asunto importante exigía atención; los hijos de José habían de ser formalmente recibidos entre los hijos de Israel. A la última entrevista con su padre, José llevó consigo a Efraín y Manasés… José deseaba que ellos se unieran a su propio pueblo. Manifestó su fe en la promesa del pacto, en favor de sus hijos, renunciando a todos los honores de la corte egipcia a cambio de un lugar entre las despreciadas tribus de pastores a quienes se habían confiado los oráculos de Dios.

Dijo Jacob: “Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos”. Habían de ser adoptados como sus propios hijos, y llegarían a ser jefes de tribus separadas. De esa manera uno de los privilegios de la primogenitura, pérdida por Rubén, había de recaer en José; a saber, una porción doble en Israel (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 237, 238).

Al acercársele [los hijos de José], el patriarca los abrazó y los besó, poniendo sus manos solemnemente sobre sus cabezas para bendecirlos. Entonces pronunció la oración: “El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos mozos: y mi nombre sea llamado en ellos, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac: y multipliquen en gran manera en medio de la tierra”. No había ya en él espíritu de autodependencia, ni confianza en los arteros poderes humanos. Dios había sido su guardador y su sostén. No se quejó de los malos días pasados. Ya no consideraba sus pruebas y dolores como cosas que habían obrado contra él. Su memoria solo evocó la misericordia y las bondades del que había estado con él durante toda su peregrinación.

Terminada la bendición, dejando para las generaciones venideras que iban a pasar por largos años de esclavitud y dolor este testimonio de su fe, Jacob le aseguró a su hijo: “He aquí, yo muero, mas Dios será con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres” (Historia de los patriarcas y profetas, p. 238).

La esperanza de Israel se incorporó en la promesa hecha en el momento de llamarse a Abrahán y fue repetida después vez tras vez a su posteridad: “Serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:3. Al ser revelado a Abrahán el propósito de Dios para la redención de la familia humana, el Sol de Justicia brilló en su corazón, y disipó sus tinieblas. Y cuando, al fin, el Salvador mismo anduvo entre los hijos de los hombres y habló con ellos, dio testimonio a los judíos acerca de la brillante esperanza de liberación que el patriarca tenía por la venida de un Redentor. Cristo declaró: “Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó”. Juan 8:56 (Profetas y reyes, p. 503).

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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
2nd Trimestre 2022 »EL GÉNESIS«
Lección 13: « ISRAEL EN EGIPTO»
Colaboradores: América Lara & Jacqueline Lora

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