El príncipe de las tinieblas, que por tanto tiempo ha estado empleando los poderes de su inteligencia superior en la obra de engaño, adapta hábilmente sus tentaciones a los hombres de todas las clases y condiciones. A las personas cultas y refinadas les presenta el espiritismo bajo sus aspectos más sutiles e intelectuales, y así consigue atraer a muchos a sus redes. La sabiduría que comunica el espiritismo es la que describe el apóstol Santiago, la cual «no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica». Santiago 3: 15. Y esto es, precisamente, lo que encubre el gran seductor cuando el sigilo es lo que más conviene a sus fines. El que, vestido con el brillo de celestiales serafines, pudo aparecer ante Cristo para tentarle en el desierto, suele presentarse también a los hombres del modo más atractivo, cual si fuere ángel de luz. Apela a la razón por la presentación de temas elevados; deleita los sentidos con escenas que cautivan y conquistan los afectos por medio de imágenes elocuentes de amor y caridad. Excita la imaginación en sublimes arrebatos e induce a los hombres a enorgullecerse tanto de su propia sabiduría, que en el fondo de su corazón desprecian al Dios eterno. Ese ser poderoso que pudo transportar al Redentor del mundo a un altísimo monte y poner ante su vista todos los reinos y la gloria de la tierra, presentará sus tentaciones a los hombres y pervertirá los sentidos de todos los que no estén protegidos por el poder divino (El conflicto de los siglos, pp. 541, 542).
La sola palabra hechicería ahora provoca desprecio. La pretensión de que los hombres puedan comunicarse con los espíritus se considera una fábula de la Edad Media. Pero el espiritismo, ese engaño colosal cuyos conversos se cuentan por centenares de miles, e incluso de millones, que ha incursionado en los círculos científicos, que ha invadido las iglesias, que ha sido recibido en los cuerpos legislativos e incluso en las cortes de los reyes, es solo un reavivamiento, con un nuevo disfraz, de la hechicería condenada y prohibida en la antigüedad (La historia de la redención, p. 414).
La lectura de la Biblia, el examen crítico de los temas bíblicos, los ensayos escritos sobre temas que perfeccionarían el espíritu e impartirían conocimiento, el estudio de las profecías o las preciosas lecciones de Cristo, estas cosas tendrán una influencia que fortalecerá las facultades mentales y acrecerá la espiritualidad. Un conocimiento familiar de las Escrituras aguza la facultad del discernimiento, y fortalece el alma contra los ataques de Satanás …
Tanto el intelecto como el corazón deben ser consagrados al servicio de Dios. Él tiene derecho sobre todo lo que hay en nosotros. El seguidor de Cristo no puede participar en complacencia o en empresa alguna por inocente y loable que parezca, que un a conciencia iluminada le señale como capaz de disminuir su ardor o reducir su espiritualidad. Cada cristiano debe trabajar para hacer retroceder la marea del mal ( Consejos para los maestros, pp. 529, 530).
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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
4to. Trimestre 2022 «¿QUÉ ES EL HOMBRE? “LA VIDA ETERNA: LA MUERTE Y LA ESPERANZA FUTURA”»
Lección 11: «LOS ENGAÑOS DEL TIEMPO FINAL»
Colaboradores: Wilber Valero & Esther Jiménez