ÉL MURIÓ POR NOSOTROS

EGW octubre 28, 2022
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Cuando, en respuesta a sus oraciones, la vida de Ezequías fue prolongada por quince años, el rey agradecido, tributó a Dios loores por su gran misericordia. En su canto de alabanza, dice por qué se alegraba: «No te ha de alabar el sepulcro; la muerte no te celebrará;  ni esperarán en tu verdad los que bajan al hoyo. El viviente, el viviente sí, él te alabará, como yo, el día de hoy». Asistías 38: 18, 19 (VM). La teología de moda presenta a los justos que fallecen como si estuvieran en el cielo gozando de la bienaventuranza y loando a Dios con lenguas inmortales, pero Ezequías no veía tan gloriosa perspectiva en la muerte.  Sus  palabras  concuerdan  con  el testimonio del salmista:  «Porque en la muerte no hay memoria de ti:  ¿Quién  te loará en el sepulcro?» Salmo 6:5. «No son los muertos los que alaban a Jehová, ni todos los que bajan al silencio» Salmo 115: 17 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 534).

La resurrección de Jesús fue una muestra  de la resurrección   final de todos los que duermen con él. El cuerpo  resucitado del Salvador, su semblante, el acento  de su voz, eran familiares a sus seguidores. De  la misma manera  se levantarán los que duermen  en Jesús. Conoceremos a nuestros amigos del mismo  modo  como los  discípulos  conocieron  a Jesús.  Pueden haber estado deformados, enfermos o desfigurados en esta vida mortal; no obstante en su cuerpo  resucitado y glorificado se conservará perfectamente su identidad  individual y reconoceremos, en el rostro radiante  con  la luz reflejada del rostro de Jesús, los rasgos de los que amamos.

En su segunda venida, todos los preciosos  muertos  oirán  su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por  encima de todos los principados y potestades, por  encima  de  todo  nombre que  se nombra,  no solamente en este mundo, sino también  en el mundo venidero (The Faith I Live By, p.  180; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 182, y en El Deseado de todas las gentes, p. 731 ).

Nuestra única  esperanza  es perfecta confianza  en la sangre  de Aquel que puede salvar hasta lo sumo a los que se allegan a Dios mediante él. La muerte  de Cristo  en la cruz del Calvario  es nuestra única esperanza en este mundo, y será nuestro tema en el mundo venidero. ¡Oh, no comprendemos el valor de la expiación! Si la comprendiéramos, hablaríamos  más acerca de ella. El don de Dios en su amado Hijo  fue la expresión de un amor incomprensible.  Fue lo máximo  que Dios  podía  hacer para  mantener el honor de su ley y, sin embargo, salvar al transgresor. ¿Por qué no debe el hombre estudiar el tema  de la redención?  Es  el tema  supremo   en  el cu al  se puede ocupar  la mente  humana. Si los hombres contemplaran   el amor  de  Cristo desplegado  en la cruz, su fe se fortalecería para apropiarse  de los méritos  de su sangre derramada, y estarían limpios y salvados de pecado (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 5, p.  1107).

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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
4to. Trimestre 2022 «¿QUÉ ES EL HOMBRE? “LA VIDA ETERNA: LA MUERTE Y LA ESPERANZA FUTURA”»
Lección 6: «ÉL MURIÓ POR NOSOTROS»
Colaboradores: Wilber Valero & Esther Jiménez

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