EL JUICIO FINAL

EGW diciembre 17, 2022
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Cristo es un Salvador resucitado, pues aunque  estuvo muerto, ha resucitado y vive siempre para  interceder  por  nosotros.  Hemos de creer con el corazón  para justicia y con la boca hemos de hacer confesión para salvación. Los que son justificados por la fe confesarán a Cristo. «El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene  vida eterna;  y no vendrá  a condenación,  mas ha pasado  de muerte  a vida». Juan  5:24.  La gran obra que ha de efectuarse para  el pecador  que está manchado y contaminado por el mal es la obra de la justificación. Este es declarado  justo mediante Aquel que habla verdad. El Señor  imputa al creyente  la justicia de Cristo  y lo declara justo delante del universo. Transfiere sus pecados a Jesús, el representante del pecador, su sustituto y garantía. Coloca sobre Cristo la iniquidad de toda alma que cree. «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» 2 Corintios 5:21.

Cristo pagó por la culpabilidad de todo  el mundo y todo el que venga a Dios por fe, recibirá la justicia de Cristo,  «quien  llevó él mismo nuestros  pecados en su cuerpo  sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados,  vivamos a la justicia;  y por  cuya herida  fuisteis  sanados».  1 Pedro 2:24. Nuestro pecado  ha sido expiado, puesto a un lado, arrojado  a lo profundo de la mar. Mediante el arrepentimiento y la fe somos liberados del pecado  y contemplamos al Señor, nuestra justicia. Jesús sufrió, el justo por el injusto (Mensajes selectos,  t. 1, pp. 459,460).

Pablo  trató  de dirigir  los pensamientos de  sus oyentes hacia  el gran sacrificio hecho por el pecado. Señaló los sacrificios que eran sombra de los bienes venideros, y presentó entonces a Cristo  como la realidad prefigurada por  todas esas ceremonias:  el objeto al cual todas  señalaban como la única fuente  de vida y esperanza para el hombre  caído. Los santos hombres  de la antigüedad se salvaron por  la fe en la sangre de Cristo.  Mientras  miraban las agonías de muerte de las víctimas sacrificadas, contemplaban a través del abismo de los siglos al Cordero de Dios que habría  de quitar el pecado  del mundo.

Dios  reclama  con  derecho   el  amor  y  la  obediencia  de  todas   sus criaturas.   Les  ha  dado   en  su  ley  una  norma   perfecta   de  justicia.   Pero muchos  olvidan  a su  Hacedor,  y en  oposición   a su voluntad  eligen  seguir sus propios  caminos.  Retribuyen  con  enemistad  el  amor  que  es  tan  alto como   el  cielo,  tan  ancho   como   el  universo.  Dios   no  puede   rebajar  los requerimientos  de su ley para  satisfacer la norma   de  los  impíos;  ni  pueden  los  hombres,  por  su  propio  poder,  satisfacer  las  demandas de la ley. Solamente  por  la fe en Cristo puede  el pecador ser limpiado de sus culpas y capacitado  para  prestar obediencia a la  ley de su Hacedor (Los hechos dlos apóstoles p. 339).

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Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2022.
4to. Trimestre 2022 «¿QUÉ ES EL HOMBRE? “LA VIDA ETERNA: LA MUERTE Y LA ESPERANZA FUTURA”»
Lección 13: «EL PROCESO DEL JUICIO»
Colaboradores: Wilber Valero & Esther Jiménez

 

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