
[La] obra de transferir nuestras posesiones al mundo de arriba, es digna de nuestras mejores energías. Es de la mayor importancia e implica nuestros intereses eternos. Lo que damos a la causa de Dios no se pierde. Todo lo que damos para la salvación de las almas y la gloria de Dios se invierte en la empresa de más éxito en esta vida y en la vida futura. Nuestros talentos de oro y plata, si los damos a los cambiadores, ganan continuamente en valor, lo cual se registrará en nuestra cuenta en el reino de los cielos. Nosotros seremos los receptores de la riqueza eterna que ha aumentado en las manos de los cambiadores. Al dar para la obra de Dios, nos estamos haciendo tesoros en el cielo. Todo lo que depositamos arriba está asegurado contra el desastre y la pérdida, y está aumentando en valor eterno y perdurable (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 342).
Cada cristiano es un administrador de Dios, que tiene a su cargo los bienes del Señor. .. Que todos los que pretenden ser cristianos obren sabiamente con los bienes del Señor. Dios está haciendo un inventario del dinero que les ha prestado y de las ventajas espirituales que les ha concedido. ¿Harán ustedes, como administradores, un inventario cuidadoso? ¿Harán un examen para ver si están empleando económicamente todo lo que Dios les ha encargado, o si están malgastando los bienes del Señor en gastos egoístas a fin de hacer ostentación? Ojalá que todo lo que se gasta inútilmente se depositara como tesoro en el Cielo …
Dios animará a sus mayordomos fieles que están dispuestos a dar el mejor aprovechamiento a todas sus energías y dones provenientes de él. A medida que todos aprendan la lección de rendir fielmente a Dios lo que le es debido, él, mediante su divina providencia, habilitará a algunos a presentar ofrendas riquísimas. Habilitará a otros a traer ofrendas menores, y tanto las dádivas pequeñas como las grandes son aceptables para él si se entregan con el solo deseo de glorificarlo (That I May Know Him, p. 220; parcialmente en A fin de conocerle, p. 219).
¿Qué puede compararse con la pérdida del alma humana? Es algo que cada uno debe decidir por su cuenta: si ganar los tesoros de la vida eterna o perderlo todo a causa de su descuido de hacer que Dios y su justicia ocupen el primer lugar en su vida. Jesús, el Redentor del mundo … observa con pesar al gran número de cristianos profesos que no le sirven a él sino a sí mismos. Dificilmente piensen en las realidades eternas, a pesar de que él les llama la atención a la preciosa recompensa que aguarda a los fieles que quieran servirle con sus afectos indivisos. Les muestra las realidades eternas. Les ruega que calculen el costo de ser un seguidor obediente y fiel de Cristo, y dice: «No podéis servir a Dios y a las riquezas». Mateo 6:24 (A fin de conocerle, p. 320).
Donde esté su tesoro, allí estará también su corazón. A quienes el Señor ha dado el talento de los medios están colocados bajo una pesada responsabilidad. No han de invertir el dinero simplemente para la gratificación de deseos egoístas, pues todo lo que sea gastado de esta manera es como si se hubiera sacado de la tesorería del Señor. Gracias a la soberana bondad de Dios, el Espíritu Santo obra por intermedio del instrumento humano, y lo mueve a hacer pequeñas o grandes inversiones en la causa de Dios, a fin de que reditúen para la gloria de Dios (Reflejemos a Jesús, p. 258).
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Notas de Elena G. White para la Escuela Sabática 2023.
1re. Trimestre 2023 «ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR… HASTA QUE ÉL VENGA»
Lección 6: «”ACUMULEN TESOROS EN EL CIELO”»
Colaboradores: Ana Hironymus & Esther Jiménez